Ayer volví a cometer uno de los errores tan típicos en una tarde que se presenta sosa y aburrida. Fui al cine a ver la película "menos mala de la cartelera". Es una cagada de manual.
Si el cine fuera barato y no te vieras inexplicablemente obligado a comprar azúcar en sus diferentes presentaciones para entrar en la sala, la tontería de ir al cine a ver una película que sólo ves porque no hay más no sería tan sangrante. Pero el cine cuesta una pasta y los caramelos otro tanto. Ir dos personas al cine, lo de ir sólo ya es de traca, no baja de los 20 euros. Y no lo digo en pesetas porque si lo haces pareces anticuado y pesado, pero a mi me sigue resultando mucho más sangrante verlo en la antigüa moneda.
Abraham Lincoln, cazador de vampiros. Sí, vale. Con ese título, ¿qué te puedes esperar?. La culpa es mía y solo mía, es imposible decir que me han engañado. Pero leñe, si ya sabes que el argumento va a ser una mierda, al menos esperas que la acción lo haga entretenido. Al fin y al cabo vas a pasar la tarde en el cine, no ha ver una película que luego te haga pensar y reflexionar sobre el sentido de la vida o de por qué los peces de pecera son naranjas.
En fin, que no sólo la base del argumento es absurda, sino que además todo el argumento y todos los nexos que llevan de una cosa a otra son del género idioto. Acción hay, eso sí, pero la película es mala con devoción. ¡Hasta el maquillaje es malo! ¡Joder, que me haya fijado en el maquillaje ya tiene que servir de ejemplo claro para entender el nivel de la película! Sin contaros la película, pero la sangre de los vampiros parece tinta china.
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