Abandonar el Congreso hasta que los dos grandes partidos estatales
cambien. Hasta que los corruptos dejen sus cargos y escaños. Y en caso necesario hasta
que se convoquen elecciones si es necesario. Y creo que debería ser así no solo
como ciudadano que se lo exige a sus representantes, sino también y más
egoístamente, como afiliado a un partido que considero honrado y que creo que o
bien rompe esa imagen de corporativismo o bien acabará cayendo en el mismo saco
que los corruptos a ojos de toda la sociedad. ¿Y entonces qué? ¿En manos de
quién quedará la cosa pública?
Los políticos en el estado
español están mal vistos y con razón. Los casos de corrupción llevan
sucediéndose ininterrumpidamente desde el 1º día de la tan cacareada
transición. No voy a relatarlos todos porque alguien se ha tomado ya la
molestia de escribir un artículo con todos los casos en la Wikipedia. Y es
acojonante. Por otro lado, la imagen de impunidad está totalmente instalada.
Porque, en gran parte, es así.
La última noticia, que no será la
gota que colme el vaso porque este hace tiempo ya que derrama y de momento
parece que no pasa nada, es la publicación en El País de los cuadernos de
Bárcenas donde se reflejan los pagos irregulares que este hizo a prácticamente
toda la cúpula del PP: Rajoy, Cascos, Cospedal, Rato, Arenas, Acebes, Oreja,
etc…
Con una noticia así lo esperable
y lo lógico sería la dimisión en pleno de todo el Gobierno y la celebración de
unas elecciones anticipadas. Y después un cambio radical en la legislación a
todos los niveles, desde la transparencia de las cuentas públicas y los
contratos de la administración a la financiación de los partidos políticos. Sin
olvidarnos, por supuesto, de una modificación del código penal muy seria. Y
esto no es demagogia, es que simplemente el actual sistema de control y sanción
no funciona, no hay más que remitirse a los hechos. Y lo que no funciona, o se
arregla o se cambia.

La actual situación de descrédito
absoluto de la política, junto con una situación económica inaguantable en la
que las políticas ejercidas tienen mucho que ver, es el caldo de cultivo ideal
para los populistas, los demagogos y los extremos. De situaciones como esta han
salido los más indeseables regímenes políticos.
Sí, es responsabilidad de la
sociedad hacer algo. Es responsabilidad de la sociedad exigir responsabilidades
y votar en unas elecciones de forma crítica. El estado español tiene esos políticos porque
tiene, también y en buena parte, esa sociedad. Pero los políticos, incluso
aunque suene injusto, tienen que romper la imagen de corporativismo que trasladan.
Más o menos intencionadamente.
Aquellos partidos políticos que
se consideran honrados. Esos políticos que quieren defender su honradez. Es su
momento. Uno de los objetivos y responsabilidades de un partido político y de
un político es liderar. Que lideren pues y eviten que la política se siga degradando.
Porque todo tiene un tope, y cualquier cosa ahora será mejor que asomarnos a
ese abismo. Tal vez sea injusto, pero es lo que hay. Les toca mover ficha. O
marcan distancias con la corrupción y con los que la practican, o la sociedad
no va a hacer el esfuerzo de ir distinguiendo el grano de la paja.
Allí donde se gobierna, y en la
medida de sus posibilidades, esos partidos y esos políticos honrados han de
hacer todo lo posible y lo imposible por demostrar que la corrupción preocupa y
se combate. Cambiar la legislación; ser lo más transparentes posible (incluso
más allá de lo que exija la ley); establecer protocolos de actuación previos y
también posteriores; etc.
Y, por qué no, abandonar el
Congreso de los Diputados y el Senado. Allí se puede hacer mucho, pero estando
como están las cosas y con el PP con mayoría absoluta y enrocado en seguir
imponiendo su rodillo, estar allí es casi legitimar la indignidad de esos
partidos corrompidos hasta la médula. ¿Qué imagen daría un parlamento donde
todos los partidos, excepto el que gobierna, dejan de acudir? ¿Qué imagen
transmitiría a Europa y al resto del mundo?
Una parte de la sociedad
protesta, sale a la calle y se planta delante del Congreso. Tal vez va siendo
hora de que los políticos pongan también, con seriedad, su granito de arena.
P.D.:Y quién sabe si, más que unas
simples nuevas elecciones, lo mejor no sería una transición verdaderamente
democrática. Donde se plantee un sistema que además de reconocer los derechos
de todos (por ejemplo vascos, catalanes, gallegos, etc.), se plantee la mejor forma de estructurar un
país democrático y no como la mejor salida a unos estamentos herederos de un
régimen anterior.
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