jueves, 31 de enero de 2013

ABANDONAR EL CONGRESO: DESLEGITIMAR LA CORRUPCIÓN



Abandonar el Congreso hasta que los dos grandes partidos estatales cambien. Hasta que los corruptos dejen sus cargos y escaños. Y en caso necesario hasta que se convoquen elecciones si es necesario. Y creo que debería ser así no solo como ciudadano que se lo exige a sus representantes, sino también y más egoístamente, como afiliado a un partido que considero honrado y que creo que o bien rompe esa imagen de corporativismo o bien acabará cayendo en el mismo saco que los corruptos a ojos de toda la sociedad. ¿Y entonces qué? ¿En manos de quién quedará la cosa pública?

Los políticos en el estado español están mal vistos y con razón. Los casos de corrupción llevan sucediéndose ininterrumpidamente desde el 1º día de la tan cacareada transición. No voy a relatarlos todos porque alguien se ha tomado ya la molestia de escribir un artículo con todos los casos en la Wikipedia. Y es acojonante. Por otro lado, la imagen de impunidad está totalmente instalada. Porque, en gran parte, es así.  
La última noticia, que no será la gota que colme el vaso porque este hace tiempo ya que derrama y de momento parece que no pasa nada, es la publicación en El País de los cuadernos de Bárcenas donde se reflejan los pagos irregulares que este hizo a prácticamente toda la cúpula del PP: Rajoy, Cascos, Cospedal, Rato, Arenas, Acebes, Oreja, etc… 


Con una noticia así lo esperable y lo lógico sería la dimisión en pleno de todo el Gobierno y la celebración de unas elecciones anticipadas. Y después un cambio radical en la legislación a todos los niveles, desde la transparencia de las cuentas públicas y los contratos de la administración a la financiación de los partidos políticos. Sin olvidarnos, por supuesto, de una modificación del código penal muy seria. Y esto no es demagogia, es que simplemente el actual sistema de control y sanción no funciona, no hay más que remitirse a los hechos. Y lo que no funciona, o se arregla o se cambia.

Cambiar no es reducirse el sueldo un 5% o un 10% ni cambiar un Smartphone por otro. Ese nunca debió ser el debate. La cuestión real no es si un cargo público merece lo que gana ni los derechos asociados que pueda tener, sino si merece ser o no, directamente, cargo público. Si hace bien su trabajo, que gane bien. Pero si lo hace mal no se trata de que gane menos, sino de que se marche. Este es un ejemplo de toda la demagogia y populismo con la que se están tratando estos temas.

La actual situación de descrédito absoluto de la política, junto con una situación económica inaguantable en la que las políticas ejercidas tienen mucho que ver, es el caldo de cultivo ideal para los populistas, los demagogos y los extremos. De situaciones como esta han salido los más indeseables regímenes políticos.
Sí, es responsabilidad de la sociedad hacer algo. Es responsabilidad de la sociedad exigir responsabilidades y votar en unas elecciones de forma crítica.  El estado español tiene esos políticos porque tiene, también y en buena parte, esa sociedad. Pero los políticos, incluso aunque suene injusto, tienen que romper la imagen de corporativismo que trasladan. Más o menos intencionadamente. 

Aquellos partidos políticos que se consideran honrados. Esos políticos que quieren defender su honradez. Es su momento. Uno de los objetivos y responsabilidades de un partido político y de un político es liderar. Que lideren pues y eviten que la política se siga degradando. Porque todo tiene un tope, y cualquier cosa ahora será mejor que asomarnos a ese abismo. Tal vez sea injusto, pero es lo que hay. Les toca mover ficha. O marcan distancias con la corrupción y con los que la practican, o la sociedad no va a hacer el esfuerzo de ir distinguiendo el grano de la paja. 

Allí donde se gobierna, y en la medida de sus posibilidades, esos partidos y esos políticos honrados han de hacer todo lo posible y lo imposible por demostrar que la corrupción preocupa y se combate. Cambiar la legislación; ser lo más transparentes posible (incluso más allá de lo que exija la ley); establecer protocolos de actuación previos y también posteriores; etc.

Y, por qué no, abandonar el Congreso de los Diputados y el Senado. Allí se puede hacer mucho, pero estando como están las cosas y con el PP con mayoría absoluta y enrocado en seguir imponiendo su rodillo, estar allí es casi legitimar la indignidad de esos partidos corrompidos hasta la médula. ¿Qué imagen daría un parlamento donde todos los partidos, excepto el que gobierna, dejan de acudir? ¿Qué imagen transmitiría a Europa y al resto del mundo? 

Una parte de la sociedad protesta, sale a la calle y se planta delante del Congreso. Tal vez va siendo hora de que los políticos pongan también, con seriedad, su granito de arena. 

P.D.:Y quién sabe si, más que unas simples nuevas elecciones, lo mejor no sería una transición verdaderamente democrática. Donde se plantee un sistema que además de reconocer los derechos de todos (por ejemplo vascos, catalanes, gallegos, etc.),  se plantee la mejor forma de estructurar un país democrático y no como la mejor salida a unos estamentos herederos de un régimen anterior.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Eskerrik asko parte hartzeagatik.