jueves, 6 de febrero de 2014

ARKAITZ BELLON NO "QUEMÓ UN AUTOBÚS"

Ayer murió un joven en una prisión gaditana. Estaba allí por su participación en actos de kale borroka, cumpliendo una condena de 13 años que acababa en pocos meses.

A la hora en la que escribo no se saben las causas ni las circunstancias de su muerte, más allá de que apareció en su celda sin, al parecer, evidencias de violencia. ¿Muerte natural? Una investigación, que espero sea diligente, lo aclarará.


No han tardado sin embargo los dirigentes de la Izquierda Abertzale de calificar la muerte como resultado de la dispersión. Tampoco en señalar la desproporción de cumplir 13 años por lo que ellos mismos describen como "quemar un autobús". Evidentemente, su gente, la que hasta hace dos días "quemaba autobuses" o justificaba a los pirómanos que lo hacían, ha tardado poco en movilizarse. La bandera del martirio bien alto.

No voy a entrar a valorar si 13 años son muchos o pocos. Probablemente lo primero. En cualquier caso, afirmar que son por "quemar un autobús", sin ningún matiz, es un simplismo obsceno. O una manipulación interesada. Algo muy propio de la IA que no me preocuparía lo más mínimo si sólo a ellos se circunscribiera. Pero algunos o se dejan engañar o no terminan de tener ciertas cosas claras. Y no hace falta más que ver quién te hace la ola.

Arkaitz Bellon, así se llamaba, no estaba en la cárcel porque un día, como por error o por accidente, quemara un autobús. Cualquiera que haya vivido en este país con los ojos abiertos sabrá que la kale borroka no era como las protestas de Gamonal ni como el gamberro que una noche de borrachera se idiotiza y acaba destrozando un banco del parque.
Quemar autobuses, cajeros, coches, contenedores, destrozar locales o lanzar cócteles molotov y piedras a la Ertzaintza no era algo ni tan espontáneo ni tan desorganizado. Ni las pintadas que acompañaban a esos actos,  desde los "Gora ETA" o las tristemente famosas dianas, eran simples chiquilladas. Sí, eran parte de una estrategia. Coartar la libertad ajena, coaccionar, causar daños, etc. es algo mucho más serio que la simpleza "quemar un autobús". Que algunos, por interés, lo escondan, es compresible. Que otros no lo sepan ver, es preocupante.

De la Justicia que juzgase a las personas exclusivamente en función del resultado más visible de sus acciones, en vez de valorando las circunstancias y la intencionalidad, diríamos que ni es justa ni es válida. Y eso se aplica para lo bueno y para lo malo. Vale para que cuando alguien que cause un daño sin poder evitarlo y sin quererlo quede penalmente indemne y vale para que cuando alguien que cause un daño que va más allá de lo evidente a primera vista y lo haga con toda la intención del mundo sea sancionado con más severidad. 

P.D.: Tampoco he entrado a valorarlo, pero aún no he entendido en base a qué argumentos se achaca esta muerte a la política de dispersión (que hoy por hoy no tiene sentido y debería suprimirse). 

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