Dicen que los peces apenas tienen
memoria. Un minuto y vuelta a empezar. Puede ser. Como puede ser que el hombre
provenga del pez. A través del mono, pero primigeniamente del pez. Eso
explicaría lo limitado de la memoria colectiva. Por ejemplo, que año tras año
digan en el Teleberri que se han batido los registros de días de sol en
noviembre o de lluvia por metro cuadrado en julio de los 50 años precedentes.
Siempre me he preguntado como puede ser eso. ¿No los batimos ya hace dos
veranos?
Otro ejemplo, el más clamoroso, de
la limitación memorística colectiva se da en la política. ¿Qué ha vuelto a
ganar el PP en Valencia? ¿Pero no eran los de Gurtel y las chaquetas? ¿Es la
misma Rosa Diez exconsejera del Gobierno de una Comunidad Autónoma en los 90 la
adalid del centralismo ahora? Los votantes olvidan rápido. Los casos más graves
en 7 u 8 años, como prueba la vuelta al poder del PSOE en 2004 tras el desastre
de la era Felipe (GAL, Roldán, Filesa, etc.) o la del PP en 2011 (Txapapote,
11-M, guerra de Irak, etc.).
El mismo efecto olvidadizo se
observa ahora que toca hacer nuevos presupuestos. Mucha gente parece no entender
a qué viene eso de los ajustes. ¿A qué viene eso de 1.200 millones menos?
Hagamos memoria.
Sin embargo, los pecadillos menos
mediáticos caducan antes en el imaginario colectivo. Que se lo pregunten a
Lucky López, que ahora fanfarronea de haber cerrado siempre sus presupuestos y
critica posibles ajustes. Se le habrá olvidado la ingeniería contable que utilizó,
los recortes que aplicó, la deuda que acumuló y la “suerte” que tuvo a la hora
de cerrar cuentas. Ingeniería, recortes, deuda y suerte que ahora otros deben
pagar.
Hay presupuestos ahora porque el
gobierno socialista de Patxi López no los quiso hacer. Por eso adelantó las
elecciones a noviembre, para librarse del marrón. ¿Qué marrón? El marrón que
dejaba tras tres años de dilapidar fondos públicos en gasto corriente sin hacer
nada por atajar la caída de ingresos. Y todo ello acumulando deuda además. De
hecho, nadie daba un duro porque lograse terminar el año cerrando unas cuentas
“correctas”. Y no lo hubiera hecho de no ser por la suerte. La suerte y algún
que otro truquillo.
- El Gobierno Socialista ha dejado la deuda en aproximadamente 6.800 millones. Lo que de entrada, supone, que como los siguientes ejercicios (este, entre otros) se va a tener que ir devolviendo esa deuda con sus intereses, va a haber menos dinero disponible para otras cosas.
- El Gobierno de Rajoy decidió quitar la paga extra a los funcionarios (y otro personal de la administración) y dicha medida era obligatoria también para Euskadi. Un dinero perfecto para cuadrar cuentas.
- El Gobierno Socialista consideró oportuno vender la participación en Naturgas. Más dinero a la caja para cuadrar las cuentas.
- El Gobierno Socialista contaba con un límite de déficit que, literalmente, doblaba al de este año. Más dinero disponible.
- Europa ordenaba devolver las mal llamadas “vacaciones fiscales”. En la práctica, que las empresas devolvieran (o pagaran lo que dejaron de pagar antes) un montón de dinero. Y parte de ese dinero iba al Gobierno Vasco. De repente, más dinero para cuadrar cuentas.
Y ahora, en 2013, toca hacer
presupuestos sin margen para fuegos de artificio. Ya no se pueden vender
participaciones empresariales. Ni se pueden dejar de pagar salarios por muy “paga
extra” que se llamen. Ni vale endeudarse más de un 0’7%. Ni se va a
contabilizar dinero que no se tiene.
¿Qué por qué hay menos dinero para repartir,
gastar e invertir? Porque hay el dinero que
hay, no el que nos gustaría que hubiera. Porque ya no se pretende seguir disimulando, escondiendo facturas en un cajón ni empeñando los mueblos o pidiendo creditos que tendrán que pagar los siguientes.Y aún así, este año se destinará a gasto social el mayor porcentaje de los habidos hasta hoy.
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