Ayer por la mañana estuve en Gernika. No pensaba ir, pero unos amigos sembraron el viernes a última hora la semilla de la duda y por mañana, al despertarme, terminé por convencerme de que merecía la pena acercarse hasta la villa foral en un día como ayer. Un gran día para los que creemos que desde la política y las instituciones se pueden hacer grandes cosas, siempre que contemos con la gente adecuada, que tenga claro qué es lo que hay que hacer y cuál es la mejor forma de hacerlo.
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Iñigo Urkullu Lehendakaria zuhaitz zaharraren ondoan |
No creo en el culto a la líder. Difícilmente hay alguien completamente imprescindible y desde luego si las cosas salen adelante es gracias al trabajo conjunto de mucha gente. Pero los proyectos serios necesitan una persona que ejererza el liderazgo si quieren ser algo además que una bonita declaración de intenciones. Iñigo Urkullu es ahora esa persona. Nadie, ni siquiera sus opositores, dudan de que sea una persona íntegra, trabajadora y con gran capacidad de liderazgo.
El Lehendakari es la persona que nos representa a todos, que encabeza el proyecto que es Euskadi. Un proyecto consistente en una sociedad moderna, democrática, solidaria y con ganas de avanzar y mejorar. Y precisamente eso se celebraba hoy en Gernika: que Euskadi ha elegido, democráticamente, un nuevo representante para líderar un proyecto claro y serio para seguir haciendo de este pequeño país una sociedad moderna, solidaria y en continuo avance. Y, personalmente, opino con total sinceridad que además la persona elegido en concreto es, en estos momento, las más idónea de las posibles.
El acto de Gernika ha sido, para muchos, emotivo. El resultado de mucho trabajo; la realización de muchas ilusiones. Para algunos, un momento único después de llevar casi 40 años trabajando en un partido político para el país. Repito, en el partido, para el país. Para otros, más mayores, ver que su trabajo va a tener una continuidad. Katea ez da eten. Y para los jóvenes, la demostración de que a pesar de todo, a pesar de lo que podamos percibir en nuestro entorno, el trabajo serio y la apuesta sincera por un buen proyecto tiene el respaldo de la sociedad.
Y para casi todos los que estábamos allí, la jura de Iñigo Urkullu ha significado la plasmación del compromiso personal y colectivo que hemos asumido con la sociedad, de las horas dedicadas a dar a conocer un proyecto concreto para el país y ha significado también el momento a partir del cual ese proyecto puede, y debe, comenzar, o re-comenzar, a hacerse realidad.
Apal apalik,
Jaungoikoaren eta gizartearen aurrean,
eusko lur gainean
zutik,
eta Gernikako aritzaren azpian,
herri ordezkari zareten zuen
aurrean,
nere agintea zintzo beteko dudala zin dagit.
Evidentemente, yo también lo he vivido con intensidad. Ha merecido la pena ir a Gernika y ser partícipe de esos momentos. Incluso pesar de que un grupo de personas haya intentando boicotear el acto a su manera (una parte chillando y organizando bulla y otra, sus representantes, despreciando el acto y no acuediendo). O aún más por ello. Cuarenta años llevan boicoteando la democracia, no han cambiado mucho y no parecen por la labor de dejar de hacerlo. Simplemente adaptan su estrategia, pero no creen en un sistema en el que su proyecto no se haga realidad por las buenas o por las malas.
Nunca había vivido todo el proceso electoral completo. Elaboración de un programa, elección interna de candidatos, precampaña y campaña, jornada electoral, proclamación de resultado y, finalmente, investidura. Es, por decirlo de alguna forma, asistir en primera línea a uno de los cliclos de la democracia. Con sus momentos bajos y sus momentos altos.
El funcionamiento de la democracia, sea cual sea la ideología que tengamos, exige compromiso, trabajo y respeto. Y el acto en Gernika, con su "juramento" y el resto del protocolo, es una representación del éxito en todo ello. Una demostración de que la democracia sigue funcionando, aunque tenga mucho que mejorar, y una demostración de que si el trabajo está bien hecho, la sociedad deposita su confianza.
Mucha gente no entiende esto, y te tachan de freak. Y es sencillo. Sería parecido a cuando alguien se emociona cuando su equipo llega a una final; si a ello le sumáramos el "plus" de que tu participación en ello es mucho mayor que la del aficionado al fútbol y de que ese "resultado" va a tener una incidencia mucho más directa y profunda en el futuro de todos.
P.D.: Igual que denuncio el desprecio mostrado por quienes han intentando reventar el acto con sus gritos y con barullo, tampoco me ha parecido nada oportuno el abucheo a Patxi López y su gente cuando salían del recinto de la Casa de Juntas.