En la Transición la mayoría del nacionalismo vasco, representado por el PNV, insistió durante las negociaciones en que la Constitución debía hacer una mención expresa a los derechos históricos de los territorios forales vascos. Así, finalmente, se recogió en la Disposición Adicional Primera que "La Constitución ampara y respeta los derechos históricos de los territorios forales." A los catalanes, sin embargo, esta "claúsula" les parecía antigua y no pusieron en ello demasiado ímpetu. Era "feudal", para Miquel Roca, que decía aquello de que “No hay nada más odioso que la recaudación, que ésta la haga Madrid”.
Un año después fue aprobado el Estatuto de Autonomía de la Comunidad Autónoma del País Vasco. Un Estatuto fundamentado no sólo en el artículo 151 de la Constitución, sino también en la citada Disposición Adicional Primera. Es decir, en los derechos históricos de los territorios forales que el nuevo régimen constitucional amparaba y respetaba.
Y en 1981 se aprobaba por Ley el Concierto Económico basado en el artículo 41.1 del Estatuto, que decía, literalmente, que "Las relaciones de orden tributario entre el Estado y el País Vasco
vendrán reguladas mediante el sistema foral tradicional de Concierto
Económico o Convenios".
La importancia del Concierto Económico
La cuestión, pues, no es baladí. El Concierto Económico de la Comunidad Autónoma Vasca viene recogido y amparado en el Estatuto como un elemento de ese derecho histórico así mismo amaparado y respetado en la Constitución. Otro tanto ocurre con el Amejoramiento y el Convenio en Nafarroa. No es tanto que no sea la Constitución la que "crea" el derecho al Concierto, asunto también importante, como que ese Concierto es posible hoy gracias al expreso reconocimiento de los antiguos derechos históricos exigidos por los representantes del PNV en la negociación.
Hubo, como se ha dicho, a quien la mención expresa que los nacionalistas vascos exigian al reconocimiento de los derechos históricos les parecía antigua y no les producía demasiada emoción. Y tampoco les gustaba el sistema de Concierto Económico. Era antiguo y arriesgado. En 1978.
En 2012 las cosas han cambiado. Ahora lo antiguo, y sobre todo lo arriesgado, es la dependencia de un estado español que no ha sabido crear unas bases económicas sólidas ni ha sabido tratar a las "periférias". España es Castilla en lo socio-cultural y en lo económico. Madrid es corte y su economía el ejemplo vivo del famoso concepto de renta extractiva. Y en estas, en Catalunya, CiU se ha dado cuenta de que quiere un Concierto Económico. Y a partir de ahí, jugada de mus con envites, más envites, órdagos y elecciones.
La base de Euskadi para crecer y ser una nación en Europa
Y así, mientras en Catalunya celebraban ayer elecciones con un "Pacto fiscal" (o Concierto Económico) en juego, Urkullu, en el homenaje a Sabino Arana, recordaba que "Euskadi tiene encauzada su
propia vía de autogobierno, unos cimientos cuya mejor expresión es el
Concierto Económico, que garantiza la soberanía económica y que es
un instrumento de Estado, una fórmula moderna de lo que se considera
hoy como soberanía compartida."
CiU no es el PNV. Catalunya no es Euskadi. Más, desde luego, no es Ibarretxe ni tampoco es Urkullu. Y el camino de Euskadi no tiene porque ser del Catalunya. Pero de los resultados electorales de ayer, que desde luego sí nos influyen, podemos sacar tres lecciones: El maximalismo puede no dar buenos resultados; "it's the economy, stupid"; y no es allí donde está el espejo en el que mirarnos.